jueves, 3 de octubre de 2019

Memorias de lector




LA LECTURA EN MI VIDA
Debo confesar que provengo de una familia de grandes apasionados por la lectura. Crecí rodeado de estantes cargados de libros, de bibliotecas abarrotadas de comida para las polillas, de páginas sueltas en rincones de mi hogar, y de largas tertulias familiares donde los protagonistas eran esos personajes que han recorrido el mundo.
Por razones como estas puedo decir que conozco el mundo de los libros, que no es lo mismo que decir que conozco el mundo de la lectura; pues pese a los múltiples intentos de mi madre y de mi abuelo por motivarme a leer, y adentrarme en ese maravilloso universo, tengo que admitir que no ha logrado nacer en mí aún esa pasión. Gran parte de culpa de que todavía no sea yo un apasionado lector se la atribuyo a la tecnología, a los medios, y a este mundo actual que nos bombardea con información virtual, y nos aleja del sabor de hojear un auténtico libro. Reconozco que me encuentro en ese grupo que cuando los verdaderos conocedores de la lectura nos preguntan si hemos leído alguno de los grandes bestSellers de todos los tiempos, como Las Aventuras de Sherlock Holmes, Romeo y Julieta, o El Padrino (por citar algunos), solemos responder: No he leído el libro, pero vi la película; y según mi madre la peli no se compara jamás al libro. Aunque puedo diferir algo del criterio de mamá, no dejo de reconocer que leer es un placer único, que solo lo conocen realmente quienes lo han experimentado, pues un filme basado en un libro por bueno que sea, no sustituye el volar de la imaginación del lector. Pues la cinematografía se encarga de limitar la creatividad que experimenta quien lee. Mi abuelo a menudo suele decir: “Yo no me imaginé el personaje de Vito Corleone así”. Y es que la magia de la televisión encadena la maravilla de la lectura, por raro que esto parezca.   
Considero muy interesante el análisis interior que gracias a esta tarea me estoy planteando, pues sé que hasta hoy me estoy perdiendo uno de los grandes placeres de la vida, ya que como una vez escuché “Quien no lee ha vivido solo una vida, mientras que un lector vive mil vidas antes de morir” Me voy a proponer vivir más de una vida, y creo que si hay una maravillosa manera de hacerlo sería esta. Cuesta menos de lo que reporta, pues la lectura desarrolla y abre la mente y el corazón. 
Fabián E.

RECUERDOS ENTRE LÍNEAS
Recuerdos, esos momentos que, ya sean malos o buenos, se graban en la memoria para siempre. Cuando rebusco en mis recuerdos, a veces encuentro escenas que no he vivido físicamente, sino mentalmente gracias a la lectura. Tengo el recuerdo de estar en una casita pequeña, hecha de ladrillos, junto a mis dos hermanos, resguardándonos de un lobo que quería devorarnos y, en ese momento, me siento aterrado. También tengo el recuerdo de estar en una cueva junto a mis compañeros de la hermandad del Ruiseñor, invocando a Nocturna, nuestra diosa, lo que me hace sentir poderoso y enorgullecido por haber completado todas las pruebas. Pero el recuerdo que más me marcó en su tiempo fue en una ciudad rusa asediada por alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Me metí en la piel de una joven que huía de los horrores de la guerra junto a una pequeña niña de nueve años. Con esa novela padecí ansiedad y desesperación, alegría y amor, pero sobretodo sentí tristeza, tristeza porque mientras caminaba por las calles de Leningrado veía caníbales, cuerpos desmembrados y muchos más horrores que la guerra provoca. Zombis en Leningrado es una novela basada en hechos reales que se quedará para siempre en mi memoria.
Eric M.

MEMORIAS DE UN LECTOR
Yo y la lectura nos conocimos por primera vez cuando tenía alrededor de seis años. Es verdad que ya había coincidido con ella alguna que otra vez, pero nunca habíamos intimado tanto como aquel día.
Mis padres se preguntaban por qué me caía tan mal, y no es que me cayera mal, simplemente no la conocía lo suficiente. Me regalaron un libro que hoy en día le tengo mucho aprecio, ya que fue el primer libro que leí y me gustó, Harry Potter y la piedra filosofal.
En ese momento conocí verdaderamente  la lectura y  lo que provocaba en mí y en todo el que tenía contacto con ella. Ese libro me llevó a otro mundo lleno de fantasías, serpientes con tres cabezas, magos, brujas, varitas y villanos. Hay una frase que dice “siempre recordarás la primera vez” y, aunque no tenga que ver nada con la lectura, puedo decir que nunca olvidaré esa primera vez. La primera vez que salí de este mundo lleno de tonos grises para meterme en un mundo de fantasía y lleno de color. Pero no os hablaré solo de él como dicen por ahí, hay que pasar página, nunca mejor dicho.
          Después de ese libro quería más, ¿pero más de qué? ¿Más magia, más misterio o más fantasía? Hoy en dia no me decido todavia y en ese momento menos, así que me compré uno de cada.
De magia me decidí por Animales fantásticos, un libro completamente fascinante algo totalmente nuevo para mí. La cabeza me explotaba a cada hoja que pasaba, pero no tengo tiempo de contaros más, hay más libros que comentar y no querrás que se pongan celosos, ¿verdad?
Sobre el misterio, no sabía mucho pero siempre me interesó la vida de los detectives. No hay trabajo más interesante que el de un detective o un científico, ¿que por qué meto a la ciencia en esto? Porque las dos profesiones hacen lo mismo, redactan una hipótesis para luego investigar y ver si es cierta o falsa. Sí, puede que haya sido poco honesto sobre los detectives, no sé tanto sobre ellos, pero conocía el nombre de Sherlock Holmes, y me pareció más que suficiente para poder adentrarme en este mundo. Lo leí y gracias a ese libro entendí lo que era la adicción, no poder dejar un libro por el misterio que te causaba y querer leer más para saber lo que pasaba, pero cuanto más se lee más intriga causa. Por último, pero no menos importante, ese pequeño ratón, no, ratatouille no, eso es una película. Hablo de Geronimo Stilton, ese ratoncillo que viajaba a través de otros mundos resolviendo misterios (os dije que el misterio era una adicción). Sinceramente me encantó, un libro bastante completo amoríos, fantasía, misterio.
No hay nada como las primeras lecturas, y estas fueron las mías. Mis memorias como lector.
Genís G.

SIN TÍTULO
Nunca estuve interesado en la lectura. Siempre lo veía como una pérdida de tiempo. Al fin y al cabo solo son fantasías, cosas irreales, experiencias que nunca nadie ha vivido y que nunca se harán reales. Pero mis padres no opinaban lo mismo, mis padres son todo lo contrario a mí, sobre todo mi madre, mi madre siempre leía donde yo la pudiese ver, supongo que para que me entrara la curiosidad y le fuera preguntado y que poco a poco me fuera interesando por la lectura. Y sí, funcionó, cuando iba a comprar con mi madre o hacer paseos le preguntaba por los libros que leía, y mi madre encantada me contaba las historias. Después de que me contara el libro o me explicara hasta dónde se había quedado, siempre me quedaba como que me faltaba algo, como que necesitaba algo, necesitaba otra historia. Entonces cuando llegábamos a casa le pedía a mi madre que se pusiera a leer para que el próximo rato largo que pasáramos juntos tuviese otra historia que contarme. Mi madre, al ver que tenía esa curiosidad tan fuerte, me dijo que me quería leer el libro que  estaba leyendo, y yo acepté. Recuerdo que nos poníamos en la cama y me iba leyendo en voz alta. Me encantaba esa sensación, estar con mi madre a solas escuchando su voz. Llevábamos una hora y no me lo creía, para mí fueron cinco minutos, cada vez estaba más intrigado, hasta que un día decidí coger el libro de mi madre por la noche, cuando nadie me veía, cuando todos estaban durmiendo y nadie me podía molestar y poder entregarme en la lectura. Recuerdo que me metí debajo de las sábanas, con una linterna, y estuve toda la noche hasta que amaneció, no me di cuenta hasta que entro mi madre a la habitación con una sonrisa en la cara, me quitó el libro y me mandó a dormir. Y así fue como comencé a leer.      
Marc A.

PEQUEÑOS MOMENTOS
Cuando era pequeña la lectura era algo que ocupaba todo mi tiempo. Solía leer los típicos libros de niños pequeños, las típicas historias que nos cuentan a todos sobre princesas o superhéroes.
        Siempre antes de dormir mis padres me leían cualquier libro, aunque ya me supiera la historia de memoria.
Ellos trabajaban bastante, y por eso las noches eran nuestros pequeños momentos. Disfrutaba escuchando sus voces antes de irme a dormir, me daban paz. Escuchaba con atención cada palabra que salía de sus labios.
Y lo último que veía, antes de quedarme profundamente dormida, era su rostro leyéndome un libro. Siendo así que lo primero que recordé cada mañana al despertarme era a mis padres.
En mi hogar, la lectura no ha sido muy habitual. Mis padres no han sido grandes lectores, pero se han encargado de que a mi hermano y a mí no nos falte. Durante estos pocos años me he alejado, en ese sentido, de ella, pero a pesar de todo siempre está presente, ya sea o porque mi padre me lo recuerda o por los estudios.
Misuko C.

DESDE PEQUEÑITO
Mi abuelo solía leerme cuentos clásicos, como “Caperucita Roja” o “Frankestein”, cuando tenía alrededor de dos años, y a mí me encantaba escuchar las historias, aunque ahora, que me doy cuenta, algunas eran inventadas por él. A menudo traía el periódico y yo quería poder leerlo también, así que cuando cumplí los cuatro años, mi abuelo me empezó a enseñar a leer. Primero empecé por el abecedario, luego por el periódico, pero era muy difícil para mí, así que siempre lo dejaba tirado.
Mi abuelo me traía cuentos infantiles cuando venía de trabajar, para que me pudiera enseñar. Hasta que al fin con cinco años y medio, más o menos, “aprendí” a “leer”.  Y leía cualquier cosa, hasta las letras pequeñas, veía las noticias solo por leer. No tuve ninguna TV hasta llegar aquí, en Barcelona. Siempre iba a mirarla en casa del vecino, era muy buen amigo.
Cumplidos los cinco años empecé ir al “Jardín de infancia”, así se llama en mi país, aquí viene a ser parvulario, también aprendí un montón de cosas. Solía pasar las horas del recreo solo, con cualquier tipo de revista, luego volvía a casa y continuaba leyendo, leía mucha revista inútil, pero me gustaba en ese entonces. 
Me cambiaron de curso a mitad de año. Empecé primaria con cinco años y medio. Los recreos eran igual que siempre, solo que ahora me empezaron a gustar muchísimo los cómics, aunque no leía ningún de superhéroes famosos. El único “famoso” que recuerdo fue leerme uno de los cómics de linterna verde.
Como siempre estaba solo en casa, mi madre trabajaba demasiado, y en esta época mis abuelos tampoco estaban, tenía mucho tiempo libre, acababa todo lo que ponían de tarea en la escuela y me sentaba a leer un cómic o una revista cualquiera, solo para pasar el rato.
Cierto día, mi madre me dijo que teníamos que viajar a España, y yo sin pensarlo dos veces dije que sí, sentía que me faltaba algo en Perú, por eso decidí venir aquí.
El primer lugar que visite fue la biblioteca Mercè Rodoreda. Estuve viendo unos libros por encima hasta que me quedé en el suelo, sentado, leyéndolo. “Mortadelo y Filemón”, de Ibáñez, me leí tantos cómics de Ibáñez que se me enganchó un poco el habla española y la mía se esfumó. Me empezó a gustar todo de España, Diario de Greg fue mi primera saga de libros aquí en España. Esa lectura me animó a escribir un diario a los pocos días. Lo abandoné porque me aburría contarme a mí mismo mi día a día, en ese entonces no entendía mucho cómo funcionaban los diarios.
Llegamos a la ESO, y aquí empiezo con literatura juvenil romántica, esas eran mis favoritas, pero también leí Wonder de John Green, y algunas más también como Bajo la misma estrella. Había como un bucle en mí, quería una respuesta después de acabarme un libro de John, la pregunta siempre era ¿Qué es el amor? Y no conseguía dar con la respuesta.
       Con el tiempo, me interesé por novelas románticas antiguas como Cumbres borrascosas de Brontë; u Orgullo y prejuicio, Romeo y Julieta, me generaron muchas hipótesis, pero nunca di con la respuesta adecuada, yo quería formar esa respuesta.
        Hace poco empecé a leer filosófía, el Banquete de Platón, aunque no entiendo nada del diálogo, pero bueno poco a poco seguramente lo iré pillando. La filosofía me sigue atrayendo. Siento que los filósofos tienen la clave para poder dominar nuestros propios sentimientos, pero con sabiduría.
Lenin V.

DONDE TODO EMPEZÓ
1
Su voz me calma. Soñaba sus palabras y despertaba deseando volver a escucharlas, cientos de ellas se adentraron en mí antes de cambiar los papeles. Entré en aquel lugar, repleto de historias, escogí una que me llamaba la atención. Volvía a ese lugar una vez al mes, la última... fue diferente. No escogí una historia, sino un cuaderno en blanco. Todo acababa de empezar. 

2
Todo blanco. Tonalidades oscuras aparecían y desaparecían al instante como si de una tormenta se tratase. Llovía. El color blanco era eclipsado por la oscuridad. Empezó a ser más que eso, se convirtió en algo propio, mi primer libro.

3
Me adentré en él por primera vez, repasaba cada detalle meticulosamente. Sonreí al ver la contraportada y encontrar mi nombre.
Sara B.