LA LECTURA EN MI VIDA
Debo confesar que
provengo de una familia de grandes apasionados por la lectura. Crecí rodeado de
estantes cargados de libros, de bibliotecas abarrotadas de comida para las
polillas, de páginas sueltas en rincones de mi hogar, y de largas tertulias
familiares donde los protagonistas eran esos personajes que han recorrido el
mundo.
Por
razones como estas puedo decir que conozco el mundo de los libros, que no es lo
mismo que decir que conozco el mundo de la lectura; pues pese a los múltiples
intentos de mi madre y de mi abuelo por motivarme a leer, y adentrarme en ese
maravilloso universo, tengo que admitir que no ha logrado nacer en mí aún esa
pasión. Gran parte de culpa de que todavía no sea yo un apasionado lector se la
atribuyo a la tecnología, a los medios, y a este mundo actual que nos bombardea
con información virtual, y nos aleja del sabor de hojear un auténtico libro.
Reconozco que me encuentro en ese grupo que cuando los verdaderos conocedores
de la lectura nos preguntan si hemos leído alguno de los grandes bestSellers de todos los tiempos, como
Las Aventuras de Sherlock Holmes, Romeo y Julieta, o El Padrino (por citar
algunos), solemos responder: No he leído el libro, pero vi la película; y según
mi madre la peli no se compara jamás al libro. Aunque puedo diferir algo del
criterio de mamá, no dejo de reconocer que leer es un placer único, que solo lo
conocen realmente quienes lo han experimentado, pues un filme basado en un
libro por bueno que sea, no sustituye el volar de la imaginación del lector.
Pues la cinematografía se encarga de limitar la creatividad que experimenta
quien lee. Mi abuelo a menudo suele decir: “Yo no me imaginé el personaje de
Vito Corleone así”. Y es que la magia de la televisión encadena la maravilla de
la lectura, por raro que esto parezca.
Considero
muy interesante el análisis interior que gracias a esta tarea me estoy
planteando, pues sé que hasta hoy me estoy perdiendo uno de los grandes
placeres de la vida, ya que como una vez escuché “Quien no lee ha vivido solo
una vida, mientras que un lector vive mil vidas antes de morir” Me voy a
proponer vivir más de una vida, y creo que si hay una maravillosa manera de
hacerlo sería esta. Cuesta menos de lo que reporta, pues la lectura desarrolla
y abre la mente y el corazón.
Fabián E.
RECUERDOS ENTRE LÍNEAS
Recuerdos, esos momentos
que, ya sean malos o buenos, se graban en la memoria para siempre. Cuando
rebusco en mis recuerdos, a veces encuentro escenas que no he vivido
físicamente, sino mentalmente gracias a la lectura. Tengo el recuerdo de estar
en una casita pequeña, hecha de ladrillos, junto a mis dos hermanos,
resguardándonos de un lobo que quería devorarnos y, en ese momento, me siento
aterrado. También tengo el recuerdo de estar en una cueva junto a mis
compañeros de la hermandad del Ruiseñor, invocando a Nocturna, nuestra diosa,
lo que me hace sentir poderoso y enorgullecido por haber completado todas las
pruebas. Pero el recuerdo que más me marcó en su tiempo fue en una ciudad rusa
asediada por alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Me metí en la piel de una
joven que huía de los horrores de la guerra junto a una pequeña niña de nueve
años. Con esa novela padecí ansiedad y desesperación, alegría y amor, pero
sobretodo sentí tristeza, tristeza porque mientras caminaba por las calles de
Leningrado veía caníbales, cuerpos desmembrados y muchos más horrores que la
guerra provoca. Zombis en Leningrado
es una novela basada en hechos reales que se quedará para siempre en mi
memoria.
Eric M.
MEMORIAS DE UN LECTOR
Yo y la lectura nos
conocimos por primera vez cuando tenía alrededor de seis años. Es verdad que ya
había coincidido con ella alguna que otra vez, pero nunca habíamos intimado
tanto como aquel día.
Mis
padres se preguntaban por qué me caía tan mal, y no es que me cayera mal,
simplemente no la conocía lo suficiente. Me regalaron un libro que hoy en día
le tengo mucho aprecio, ya que fue el primer libro que leí y me gustó, Harry Potter y la piedra filosofal.
En
ese momento conocí verdaderamente la
lectura y lo que provocaba en mí y en
todo el que tenía contacto con ella. Ese libro me llevó a otro mundo lleno de
fantasías, serpientes con tres cabezas, magos, brujas, varitas y villanos. Hay
una frase que dice “siempre recordarás la primera vez” y, aunque no tenga que
ver nada con la lectura, puedo decir que nunca olvidaré esa primera vez. La
primera vez que salí de este mundo lleno de tonos grises para meterme en un
mundo de fantasía y lleno de color. Pero no os hablaré solo de él como dicen
por ahí, hay que pasar página, nunca mejor dicho.
Después de ese libro
quería más, ¿pero más de qué? ¿Más magia, más misterio o más fantasía? Hoy en
dia no me decido todavia y en ese momento menos, así que me compré uno de cada.
De
magia me decidí por Animales fantásticos,
un libro completamente fascinante algo totalmente nuevo para mí. La cabeza me
explotaba a cada hoja que pasaba, pero no tengo tiempo de contaros más, hay más
libros que comentar y no querrás que se pongan celosos, ¿verdad?
Sobre
el misterio, no sabía mucho pero siempre me interesó la vida de los detectives.
No hay trabajo más interesante que el de un detective o un científico, ¿que por
qué meto a la ciencia en esto? Porque las dos profesiones hacen lo mismo,
redactan una hipótesis para luego investigar y ver si es cierta o falsa. Sí,
puede que haya sido poco honesto sobre los detectives, no sé tanto sobre ellos,
pero conocía el nombre de Sherlock Holmes,
y me pareció más que suficiente para poder adentrarme en este mundo. Lo leí y
gracias a ese libro entendí lo que era la adicción, no poder dejar un libro por
el misterio que te causaba y querer leer más para saber lo que pasaba, pero
cuanto más se lee más intriga causa. Por último, pero no menos importante, ese
pequeño ratón, no, ratatouille no,
eso es una película. Hablo de Geronimo
Stilton, ese ratoncillo que viajaba a través de otros mundos resolviendo
misterios (os dije que el misterio era una adicción). Sinceramente me encantó,
un libro bastante completo amoríos, fantasía, misterio.
No
hay nada como las primeras lecturas, y estas fueron las mías. Mis memorias como
lector.
Genís G.
SIN TÍTULO
Nunca estuve interesado
en la lectura. Siempre lo veía como una pérdida de tiempo. Al fin y al cabo
solo son fantasías, cosas irreales, experiencias que nunca nadie ha vivido y
que nunca se harán reales. Pero mis padres no opinaban lo mismo, mis padres son
todo lo contrario a mí, sobre todo mi madre, mi madre siempre leía donde yo la
pudiese ver, supongo que para que me entrara la curiosidad y le fuera
preguntado y que poco a poco me fuera interesando por la lectura. Y sí,
funcionó, cuando iba a comprar con mi madre o hacer paseos le preguntaba por
los libros que leía, y mi madre encantada me contaba las historias. Después de
que me contara el libro o me explicara hasta dónde se había quedado, siempre me
quedaba como que me faltaba algo, como que necesitaba algo, necesitaba otra
historia. Entonces cuando llegábamos a casa le pedía a mi madre que se pusiera
a leer para que el próximo rato largo que pasáramos juntos tuviese otra
historia que contarme. Mi madre, al ver que tenía esa curiosidad tan fuerte, me
dijo que me quería leer el libro que
estaba leyendo, y yo acepté. Recuerdo que nos poníamos en la cama y me
iba leyendo en voz alta. Me encantaba esa sensación, estar con mi madre a solas
escuchando su voz. Llevábamos una hora y no me lo creía, para mí fueron cinco
minutos, cada vez estaba más intrigado, hasta que un día decidí coger el libro
de mi madre por la noche, cuando nadie me veía, cuando todos estaban durmiendo
y nadie me podía molestar y poder entregarme en la lectura. Recuerdo que me
metí debajo de las sábanas, con una linterna, y estuve toda la noche hasta que
amaneció, no me di cuenta hasta que entro mi madre a la habitación con una
sonrisa en la cara, me quitó el libro y me mandó a dormir. Y así fue como
comencé a leer.
Marc A.
PEQUEÑOS MOMENTOS
Cuando era pequeña la
lectura era algo que ocupaba todo mi tiempo. Solía leer los típicos libros de
niños pequeños, las típicas historias que nos cuentan a todos sobre princesas o
superhéroes.
Siempre antes de dormir
mis padres me leían cualquier libro, aunque ya me supiera la historia de
memoria.
Ellos
trabajaban bastante, y por eso las noches eran nuestros pequeños momentos.
Disfrutaba escuchando sus voces antes de irme a dormir, me daban paz. Escuchaba
con atención cada palabra que salía de sus labios.
Y
lo último que veía, antes de quedarme profundamente dormida, era su rostro
leyéndome un libro. Siendo así que lo primero que recordé cada mañana al
despertarme era a mis padres.
En
mi hogar, la lectura no ha sido muy habitual. Mis padres no han sido grandes
lectores, pero se han encargado de que a mi hermano y a mí no nos falte.
Durante estos pocos años me he alejado, en ese sentido, de ella, pero a pesar
de todo siempre está presente, ya sea o porque mi padre me lo recuerda o por
los estudios.
Misuko C.
DESDE PEQUEÑITO
Mi abuelo solía leerme
cuentos clásicos, como “Caperucita Roja” o “Frankestein”, cuando tenía
alrededor de dos años, y a mí me encantaba escuchar las historias, aunque
ahora, que me doy cuenta, algunas eran inventadas por él. A menudo traía el
periódico y yo quería poder leerlo también, así que cuando cumplí los cuatro
años, mi abuelo me empezó a enseñar a leer. Primero empecé por el abecedario,
luego por el periódico, pero era muy difícil para mí, así que siempre lo dejaba
tirado.
Mi
abuelo me traía cuentos infantiles cuando venía de trabajar, para que me
pudiera enseñar. Hasta que al fin con cinco años y medio, más o menos,
“aprendí” a “leer”. Y leía cualquier
cosa, hasta las letras pequeñas, veía las noticias solo por leer. No tuve
ninguna TV hasta llegar aquí, en Barcelona. Siempre iba a mirarla en casa del
vecino, era muy buen amigo.
Cumplidos
los cinco años empecé ir al “Jardín de infancia”, así se llama en mi país, aquí
viene a ser parvulario, también aprendí un montón de cosas. Solía pasar las
horas del recreo solo, con cualquier tipo de revista, luego volvía a casa y
continuaba leyendo, leía mucha revista inútil, pero me gustaba en ese
entonces.
Me
cambiaron de curso a mitad de año. Empecé primaria con cinco años y medio. Los
recreos eran igual que siempre, solo que ahora me empezaron a gustar muchísimo
los cómics, aunque no leía ningún de superhéroes famosos. El único “famoso” que
recuerdo fue leerme uno de los cómics de linterna verde.
Como
siempre estaba solo en casa, mi madre trabajaba demasiado, y en esta época mis
abuelos tampoco estaban, tenía mucho tiempo libre, acababa todo lo que ponían
de tarea en la escuela y me sentaba a leer un cómic o una revista cualquiera,
solo para pasar el rato.
Cierto
día, mi madre me dijo que teníamos que viajar a España, y yo sin pensarlo dos
veces dije que sí, sentía que me faltaba algo en Perú, por eso decidí venir
aquí.
El
primer lugar que visite fue la biblioteca Mercè Rodoreda. Estuve viendo unos
libros por encima hasta que me quedé en el suelo, sentado, leyéndolo.
“Mortadelo y Filemón”, de Ibáñez, me leí tantos cómics de Ibáñez que se me
enganchó un poco el habla española y la mía se esfumó. Me empezó a gustar todo
de España, Diario de Greg fue mi
primera saga de libros aquí en España. Esa lectura me animó a escribir un
diario a los pocos días. Lo abandoné porque me aburría contarme a mí mismo mi día
a día, en ese entonces no entendía mucho cómo funcionaban los diarios.
Llegamos
a la ESO, y aquí empiezo con literatura juvenil romántica, esas eran mis
favoritas, pero también leí Wonder de
John Green, y algunas más también como Bajo la misma estrella. Había como un
bucle en mí, quería una respuesta después de acabarme un libro de John, la
pregunta siempre era ¿Qué es el amor? Y no conseguía dar con la respuesta.
Con el tiempo, me
interesé por novelas románticas antiguas como Cumbres borrascosas de Brontë; u Orgullo y prejuicio, Romeo y
Julieta, me generaron muchas hipótesis, pero nunca di con la respuesta
adecuada, yo quería formar esa respuesta.
Hace poco empecé a leer filosófía, el Banquete de Platón, aunque no entiendo nada del diálogo, pero bueno poco a poco seguramente lo iré pillando. La filosofía me sigue atrayendo. Siento que los filósofos tienen la clave para poder dominar nuestros propios sentimientos, pero con sabiduría.
Lenin V.
DONDE TODO EMPEZÓ
1
Su voz me calma. Soñaba
sus palabras y despertaba deseando volver a escucharlas, cientos de ellas se
adentraron en mí antes de cambiar los papeles. Entré en aquel lugar, repleto de
historias, escogí una que me llamaba la atención. Volvía a ese lugar una vez al
mes, la última... fue diferente. No escogí una historia, sino un cuaderno en
blanco. Todo acababa de empezar.
2
Todo blanco. Tonalidades
oscuras aparecían y desaparecían al instante como si de una tormenta se
tratase. Llovía. El color blanco era eclipsado por la oscuridad. Empezó a ser
más que eso, se convirtió en algo propio, mi primer libro.
3
Me adentré en él por
primera vez, repasaba cada detalle meticulosamente. Sonreí al ver la
contraportada y encontrar mi nombre.
Sara B.